En la iglesia católica chilena se han presentado ‘numerosas situaciones de abuso sexual, de poder y de autoridad’ dice el papa Francisco en una carta incendiaria dirigida a los obispos chilenos. Los 34 obispos chilenos pusieron sus cargos a disposición del papa. Se cree que diez de ellos podrían ser sustituidos.
Francisco se dispone a tomar medidas severas, «cambios y resoluciones», dentro de la Iglesia de Chile según adelantó en una carta entregada al término de tres días de reuniones en el Vaticano
En la declaración, los obispos volvieron a «pedir perdón por el dolor causado a las víctimas», les agradecieron «su perseverancia y valentía» a pesar de las dificultades y de «los ataques de la propia comunidad eclesial».
Francisco reconoce que “hay una herida abierta, dolorosa y hasta ahora ha sido tratada con una medicina que, lejos de curar, parece haberla ahondado más en su espesura y dolor”.
Sobre el papel que ha desempeñado la iglesia católica chilena ante las acusaciones de abusos sexuales cometidos por sacerdotes, «el camino seguido por la iglesia de ese país no ha servido de mucho para sanar y curar. Quizás por querer dar vuelta la página demasiado rápido y no asumir las insondables ramificaciones de este mal; o porque no se tuvo el coraje para afrontar las responsabilidades, las omisiones, y especialmente las dinámicas que han permitido que las heridas se hicieran y se perpetuaran en el tiempo».
Frente a esta negligencia, el papa argentino estima que en esta realidad «todos estamos implicados, yo el primero, y nadie puede eximirse desplazando el problema sobre las espaldas de los otros; o porque se pensó que se podía seguir adelante sin reconocer humilde y valientemente que en todo el proceso se habían cometido errores».
El papa sostiene también que «constan en las actas de la Misión especial graves acusaciones contra algunos obispos o superiores, que habrían confiado dichas instituciones educativas a sacerdotes sospechosos de homosexualidad activa».
En el informe de la “Misión especial” el papa afirma que sus enviados confirmaron que «algunos religiosos expulsados de su orden a causa de la inmoralidad de su conducta y tras haberse minimizado la absoluta gravedad de sus hechos delictivos atribuyéndolos a simple debilidad o falta moral, habrían sido acogidos en otras diócesis e incluso, en modo más que imprudente, se les habrían confiado cargos diocesanos o parroquiales que implican un contacto cotidiano y directo con menores de edad».
Algunas demandas fueron juzgadas también «inverosímiles cuando en realidad había graves indicios de que se trataba de hechos delictivos; otras fueron archivas sin llevar a cabo una investigación. Se ejercieron asimismo presiones en los investigadores y fueron destruidos documentos comprometedores».
El papa también critica lo que denomia la «psicología de elite o elitista» la cual genera «dinámicas de división, separación, círculos cerrados que desembocan en espiritualidades narcisistas y autoritarias en las que, en lugar de evangelizar, lo importante es sentirse especial, diferente de los demás (…). Mesianismo, elitismos, clericalismos, son todos sinónimos de perversión en el ser eclesial».
La solución para Francisco incluye no solo remover de sus cargos a responsables de la iglesia católica chilena, sino «ir más allá». Ente otras cosas sugiere «encontrar las raíces y las estructuras que permitieron que estos hechos se produjeran y se perpetuaran”.
Acción colectiva de los 34 obispos chilenos
En una declaración leída a la prensa por los portavoces Fernando Ramos e Ignacio González, los 34 obispos convocados por el papa en el Vaticano para rendir cuentas sobre los escándalos anunciaron que «todos» han puesto «sus cargos en manos del Santo Padre para que libremente decida con respecto a cada uno».
Entre los 34 obispos presentes, 31 en funciones, figuran varios de los acusados de haber encubierto durante décadas los abusos cometidos por el sacerdote Fernando Karadima, suspendido de por vida después de haber sido declarado culpable en 2011 de abusos sexuales a menores en los años 1980 y 1990.
Es probable que el papa sustituya a unos 10 prelados para abrir una nueva era en la Iglesia chilena.
Fuentes religiosas aseguran que el pontífice sustituirá a los religiosos Juan Barros Madrid, obispo de Osorno, Horacio Valenzuela, obispo de Talca, Tomislav Koljatic, obispo de Linares y del auxiliar de Santiago, Andrés Arteaga, gravemente enfermo.
Los cuatro se formaron a la sombra del influyente Karadima en la acomodada iglesia de El Bosque en Santiago.
Gráfica: REUTERS//Stefano Rellandini
Fuente: RF1
Transcripción A.C.A.: Carlos Romero (C.N.P. 24.081)