Lavarse las manos con agua limpia y jabón es un lujo para decenas de millones de personas.
Abrir el grifo y lavarse las manos con jabón es una de las mejores maneras de combatir la propagación de enfermedades infecciosas. ¿Pero qué ocurre cuando el acceso al agua potable es insuficiente o la contaminación del agua es tan alta que impide el poder “sanatorio” de este elemento hídrico?
En muchas zonas del mundo, pero especialmente en África, el continente más pobre del planeta, lavarse las manos con agua limpia y jabón es un lujo para decenas de millones de personas. En tiempos de pandemia como los que estamos viviendo, garantizar el acceso a agua potable es básico para evitar la propagación de enfermedades.
Millones de personas no tienen acceso a un hábito de higiene básico
Unos 300 millones de personas en el África Subsahariana no disponen de acceso a agua potable limpia, un 63% de esa parte del continente. Las sequías ya han provocado grandes hambrunas que se ceban con países muy pobres, como Zimbabue, Zambia o Somalia, donde no cae una gota desde hace meses.
La población local en las zonas rurales únicamente tiene acceso a agua de baja calidad y contaminada en pozos, charcas y arroyos. No hay suficientes infraestructuras y equipos para tratar el agua. Además, este problema no es exclusivo de las áreas rurales, sino que también ocurre en grandes concentraciones urbanas del África Subsahariana.
En Camerún o la República Democrática del Congo, cientos de miles de personas no tienen acceso a agua potable y viven en condiciones de hacinamiento. Esta situación, que parece muy lejana desde quienes viven entre las comodidades de los llamados países desarrollados, también se da en sus territorios.
En los países del “primer mundo” existen muchas áreas de cuarto mundo, esto es, población que vive en condiciones de desprotección, marginación o riesgo social en áreas pertenecientes al mundo industrializado. En ocasiones, esa desprotección se manifiesta incluso en el acceso al agua potable.
Pandemias que pueden agravarse por la falta de agua
Muchas ONGs trabajan incansablemente desde hace años tratando de ayudar a solventar un problema de primer orden. De hecho, el acceso al agua potable y al saneamiento es uno de los Objetivos de Desarrollo del Milenio de Naciones Unidas.
Concretamente, el número siete de estos objetivos es el de “garantizar la sostenibilidad del medio ambiente”. Para ello, una de las claves era reducir a la mitad la proporción de personas sin acceso sostenible al agua potable y a servicios básicos de mantenimiento, y como plazo se marcaba el 2015.
Enfermedades como el cólera, las diarreas hemorragias, la tifoides o la malaria se asocian a la escasez de agua. En concreto, la malaria es una de las principales causas de muerte entre los niños de 0 a 5 años en el África Subsahariana. Esta enfermedad puede ser combatida eficazmente garantizando la higiene y el agua potable entre la población.
En relación al Objetivo de Desarrollo del Milenio que aboga por garantizar el acceso al agua potable y las redes de saneamiento, desde la Organización Mundial de la Salud insisten en la necesidad de controlar los niveles de contaminación y garantizar la calidad del agua, para proveer así un mejor estado de salud a los habitantes de los países en vías de desarrollo.
La crisis climática y sus consecuencias en el acceso al agua potable
Los científicos del Panel Intergubernamental del Cambio Climático (IPCC por sus siglas en inglés) afirman que el acceso y la disponibilidad de agua dulce se está viendo alterada por la acción humana.
En las últimas décadas, la crisis climática está provocando que muchas de las reservas de hielo desaparezcan e incrementen el agua de los océanos, poniendo en peligro a más del 40% de la población mundial que viven en las costas.
El coronavirus, la pandemia global que afecta ya a cientos de países, se está extendiendo poco a poco entre los países del sur global. Muchos de estos países carecen de acceso a agua, saneamiento e higiene y cuentan con infraestructuras sanitarias inadecuadas para hacer frente a la crisis.
Entre las recetas para detener la propagación del virus se pone mucho énfasis en los aspectos sanitarios e higiénicos, pero, ¿cómo conseguiremos detener al coronavirus, y otras pandemias, si cientos de millones de personas en el mundo carecen de instalaciones básicas para lavarse las manos?
Anjal Prakash, autor principal y coordinador del informe especial del IPCC sobre los océanos y la criosfera, insiste en que la humanidad debe pensar en acelerar esfuerzos para proporcionar acceso universal al agua y saneamiento para todo el mundo.
La contaminación del agua no es solo un problema de salud mundial, sino que es también un grave problema desde un punto de vista de la biodiversidad y por supuesto económico, pues arrastra pérdidas que son multimillonarias.
Se calcula que alrededor de 785 millones de personas en el mundo carecen de acceso incluso a servicios básicos de agua potable. Para 2025, aproximadamente la mitad de la población vivirá en zonas con estrés hídrico. La contaminación del agua y la falta de acceso a agua potable no son problemas menores, y en sus soluciones deben trabajar todos los gobiernos del planeta.
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¿#SabíasQue el 21% de las muertes se puede evitar teniendo agua potable? El apoyo de @aqualia al programa de agua y saneamiento de ACNUR es muy importante para ayudar a los miles de refugiados que hay en el mundo. https://t.co/wYfukGhCe3 pic.twitter.com/yITJC3UDaU
— ACNUR Comité Español (@eACNUR) July 17, 2019
Información: Sara Domínguez |Prensa Panorama |
Transcripción y Embeds (Videos | Tweets): Lcdo. Carlos Romero |C.N.P. 24.081|
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