CIUDAD DE MÉXICO.-La gira latinoamericana de Serguéi Lavrov, con la primera visita en una década de un canciller ruso a México, es un gesto político para acompasar los cambios que experimenta este país con el primer presidente salido de las filas de la izquierda nacionalista, estimaron analistas consultados por Sputnik.
Rina Mussali, politóloga especializada en temas internacionales, dijo a esta agencia que «el viaje ocurre ante un cambio de ruta en la geopolítica reciente de América Latina, comenzando por el giro de Brasil a la derecha y el regreso del peronismo en Argentina».
La conductora del programa de análisis Vértice Internacional del Canal de Congreso considera interesante el momento político mexicano en el tercer intento de López Obrador, conjugado con el triunfo de Alberto Fernández en Argentina, en octubre pasado.
«Esos cambios de timón en la segunda y la tercera economía latinoamericanas, México y Argentina, propician un relanzamiento de proyectos regionales latinoamericanos», indica Mussali.
Los otros dos destinos elegidos, Cuba y Venezuela, se explican por los «lazos históricos» de Rusia con Cuba y el «respaldo» a la industria petrolera venezolana y al Gobierno de Nicolás Maduro.
La experta considera que México tiene un lugar en ese nuevo realineamiento de fuerzas regionales.
«La recomposición de fuerzas políticas latinoamericanas impone la necesidad para Rusia de acompañar la dinámica latinoamericana, que en 2019 vivió un tsunami de protestas en Chile, Ecuador y Colombia», afirma la investigadora.
Ebrard se apegó al viejo guión de la no intervención al plantear «la importancia del diálogo entre todos los Estados para la construcción de consensos y la solución pacífica de controversias», dijo la experta.
Sin embargo, el comunicado oficial de la cancillería mexicana no mencionó en ese pasaje a Venezuela.
Lavrov decidió ser más claro y, ante la falta de una presentación conjunta con Ebrard, que la diplomacia mexicana evitó, él convocó a periodistas para expresar la posición rusa.
En Venezuela «solo por medio de un diálogo, sin condiciones previas, todas las partes pueden acordar soluciones mutuamente aceptables para superar la crisis actual».
Entre la CELAC y Trump
La gira de Lavrov ocurrió casi a la vez que el jefe de la diplomacia de EEUU, Mike Pompeo, recorría territorios de la antigua Unión Soviética: Ucrania, Bielorrusia, Kazajistán y Uzbekistán.
«Rusia recorre la zona de influencia de EE.UU», resumió Mussali, con reminiscencias de la extinta Guerra Fría.
Con la presidencia pro tempore de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC), Ebrard presentó a Lavrov los 14 planes de ese foro, en calidad de «aliado extra regional».
México busca ser miembro no permanente del consejo de seguridad de la Organización de Naciones Unidas y recibió un espaldarazo de Rusia, que tiene un asiento permanente.
Quedaron pendientes la eliminación de visados, acuerdos entre fiscalías y tratados de extradición, pero la agenda bilateral fue reconfigurada.
Antes los temas incluían contratos de la petrolera rusa Lukoil con el Estado mexicano, y la venta de aviones Sukhoi Superjet 100 (SSJ100) a la línea aérea mexicana Interjet.
«Ahora Rusia tiene muy claro que México puede ser un mediador legítimo en la crisis política venezolana», puntualiza la analista.
Por su parte, el escritor Joel Ortega Juárez, autor del libro «La izquierda mexicana en el siglo XX», dijo a Sputnik que «las cuerdas de la geopolítica del hemisferio han cambiado rutas los últimos años».
Ortega considera «imposible que México pueda romper jamás su vínculo histórico y planetario con EE.UU, a menos que ocurra un diluvio: seguiremos siendo vecinos de la mayor potencia capitalista».
Pero sugiere que López Obrador «puede utilizar la llegada de Lavrov para negociar en mejores condiciones con el Gobierno de Donald Trump».
El veterano líder del movimiento estudiantil de 1968, que se exilió en Moscú en aquellos años, coincide con Mussali en que hay un giro político en el continente.
«Lavrov llegó a un país que hace un año vivió un rebelión electoral, que llevó a la presidencia a un hombre que presentaba credenciales con aparente tendencia progresista y nacionalista», reseña Ortega.
Un año y medio después, «el país que encontró el canciller ruso, para sorpresa de todos, se ha alineado a la política de la Casa Blanca en la materia más importante para reelección de Trump: la migración y la xenofobia».
A sus 73 años, resulta difícil para Ortega, un antiguo líder comunista que hoy se define como «libertario», admitir que su viejo compañero de luchas, ahora presidente, «se ha convertido en el muro que quiso construir Trump, lanzando a la Guardia Nacional a reprimir a miles migrantes».
Antes de comenzar su gira de tres días, Lavrorv dijo que la Celac es «una plataforma regional única que apuesta por la unidad libre de confrontación».
El canciller ruso visitó Cuba, luego México y terminó su gira el viernes en Venezuela.
Información: Víctor Flores García| mundo.sputniknews.com| Agencias|
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